Fases de la Educación para la Salud
De acuerdo con las nuevas tendencias en lo que se refiere al proceso enseñanza-aprendizaje así como al conocimiento del impacto sobre la salud de los llamados factores de riesgo conductuales o ligados al estilo de vida, nosotros definiremos la EpS como un proceso planificado que conduce a la modificación de las conductas relacionadas con la salud. Esta modificación puede dar lugar tanto a la adopción de conductas saludables como al cambio de conductas que perjudican la salud por conductas saludables.
El proceso se desarrolla en las siguientes
fases:
I Análisis del problema de Salud
y su relación con la conducta
En esta fase se deben estudiar con profundidad la
gravedad y magnitud de los problemas y las conductas que constituyan un factor
de riesgo para esos problemas. La gravedad y magnitud se estudian para no caer
en el error de intentar realizar una intervención educativa para un problema
inexistente.
Sería
absurdo, por ejemplo, iniciar una intervención educativa para prevenir el abuso
de alcohol en embarazadas si después de realizar un cuidadoso análisis nos
diéramos cuenta de que nunca se ha demostrado que bajos consumos de alcohol
(v.g.: dos vasos por semana) tengan un efecto negativo sobre la salud de las
embarazadas y además, una investigación demostrara que casi ninguna embarazada
consume más de ese nivel.
La
relación de los problemas con las conductas nos interesa puesto que la EpS es
una herramienta que se dirige precisamente a actuar sobre la conducta. Los
problemas de salud en los que no existe una asociación establecida
epidemiológicamente entre la conducta y el problema se intentan resolver con
otras acciones del sistema sanitario que resultan más apropiadas que la EpS.
En este
sentido, para una situación como la que se ha vivido recientemente, de aumento
de la incidencia de casos de meningitis meningocócica, la actuación más
apropiada consiste en la vacunación masiva de la población con mayor riesgo de
sufrir el problema, si procede por razones epidemiológicas.
II Análisis de los determinantes
de la conducta
Una vez
que hemos resuelto que existe una relación, establecida a través de estudios
epidemiológicos, entre algunas conductas y los problemas de salud, el siguiente
paso consiste en analizar los factores que determinan esas conductas. Este es
uno de los aspectos más importantes para desarrollar intervenciones educativas
que consigan realmente un cambio conductual. Si asumimos, por ejemplo, que el
mayor determinante del hábito tabáquico consiste en la falta de conocimiento
sobre los efectos negativos sobre la salud y nuestra intervención se dirige
exclusivamente a aumentar los conocimientos, es evidente que no tendremos éxito
en el cambio de conducta. En general, los fumadores saben muy bien que el fumar
no es saludable y a pesar de ello siguen fumando. Por tanto, tendremos que
investigar cuáles son en realidad los determinantes de esa conducta para poder
dirigir nuestras acciones hacia ellos.
III Diseño de la intervención
En el
siguiente apartado, diseño de la intervención, tendremos en cuenta que la EpS
no sólo consiste en realizar acciones educativas. Es esencial que analicemos
también las barreras medioambientales e intentemos dirigir acciones hacia
ellas. No debemos caer en el error de diseñar una intervención para la
prevención del SIDA a UDVP educando para que utilicen jeringuillas desechables
si no existe la posibilidad de conseguirlas. Tampoco debemos caer en el error
de pensar que una determinada técnica con la cual hemos tenido éxito una vez,
va a resultar apropiada para todos los problemas y situaciones. Por tanto,
cuando diseñemos la intervención debemos descubrir cuáles son las medidas,
tanto educativas como ambientales, que incidan sobre las conductas de las
personas concretas a las que nos queremos dirigir.
IV Ejecución de la intervención
Nuestra
intervención puede estar muy bien diseñada pero de nada sirve si a la hora de
ponerla en marcha no es utilizada o aceptada por las personas u organizaciones
a las que va dirigida. Diversas investigaciones demuestran que de todos los
materiales de EpS que son enviados a las Instituciones educativas, sólo entre
un 5 y 10% son utilizados por los profesores. Es importante, por tanto, la
participación de las personas que van a recibir el programa durante la
fase del diseño, para que exista una adecuación de los métodos a sus valores,
para que sientan que existe una ventaja relativa para ellos si adoptan las
medidas incluidas en el programa, etc.
V Evaluación de la intervención
Por
último, la evaluación deberá analizar los pasos precedentes preguntándose y
midiendo adecuadamente si la intervención ha sido ejecutada y recibida por el
grupo diana tal y como se había planificado, respetando fielmente su diseño; si
hemos conseguido influir en los determinantes de la conducta, de tal manera que
ésta, se haya modificado; y, por último, si el problema de salud es menos
prevalente. De todas formas, hay que tener en cuenta que las mejoras en el
problema de salud no se aprecian a corto plazo, pero sí es importante demostrar
que ha habido cambios en las conductas.
Función de la enfermera en la Educación para la Salud
Pueden consultar la siguiente información.
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