sábado, 21 de julio de 2012


Fases de la Educación para la Salud

De acuerdo con las nuevas tendencias en lo que se refiere al proceso enseñanza-aprendizaje así como al conocimiento del impacto sobre la salud de los llamados factores de riesgo conductuales o ligados al estilo de vida, nosotros definiremos la EpS como un proceso planificado que conduce a la modificación de las conductas relacionadas con la salud. Esta modificación puede dar lugar tanto a la adopción de conductas saludables como al cambio de conductas que perjudican la salud por conductas saludables.


El proceso se desarrolla en las siguientes fases: 
I Análisis del problema de Salud y su relación con la conducta
En esta fase se deben estudiar con profundidad la gravedad y magnitud de los problemas y las conductas que constituyan un factor de riesgo para esos problemas. La gravedad y magnitud se estudian para no caer en el error de intentar realizar una intervención educativa para un problema inexistente.
Sería absurdo, por ejemplo, iniciar una intervención educativa para prevenir el abuso de alcohol en embarazadas si después de realizar un cuidadoso análisis nos diéramos cuenta de que nunca se ha demostrado que bajos consumos de alcohol (v.g.: dos vasos por semana) tengan un efecto negativo sobre la salud de las embarazadas y además, una investigación demostrara que casi ninguna embarazada consume más de ese nivel.
La relación de los problemas con las conductas nos interesa puesto que la EpS es una herramienta que se dirige precisamente a actuar sobre la conducta. Los problemas de salud en los que no existe una asociación establecida epidemiológicamente entre la conducta y el problema se intentan resolver con otras acciones del sistema sanitario que resultan más apropiadas que la EpS.
En este sentido, para una situación como la que se ha vivido recientemente, de aumento de la incidencia de casos de meningitis meningocócica, la actuación más apropiada consiste en la vacunación masiva de la población con mayor riesgo de sufrir el problema, si procede por razones epidemiológicas. 

II Análisis de los determinantes de la conducta
Una vez que hemos resuelto que existe una relación, establecida a través de estudios epidemiológicos, entre algunas conductas y los problemas de salud, el siguiente paso consiste en analizar los factores que determinan esas conductas. Este es uno de los aspectos más importantes para desarrollar intervenciones educativas que consigan realmente un cambio conductual. Si asumimos, por ejemplo, que el mayor determinante del hábito tabáquico consiste en la falta de conocimiento sobre los efectos negativos sobre la salud y nuestra intervención se dirige exclusivamente a aumentar los conocimientos, es evidente que no tendremos éxito en el cambio de conducta. En general, los fumadores saben muy bien que el fumar no es saludable y a pesar de ello siguen fumando. Por tanto, tendremos que investigar cuáles son en realidad los determinantes de esa conducta para poder dirigir nuestras acciones hacia ellos.  

III Diseño de la intervención
En el siguiente apartado, diseño de la intervención, tendremos en cuenta que la EpS no sólo consiste en realizar acciones educativas. Es esencial que analicemos también las barreras medioambientales e intentemos dirigir acciones hacia ellas. No debemos caer en el error de diseñar una intervención para la prevención del SIDA a UDVP educando para que utilicen jeringuillas desechables si no existe la posibilidad de conseguirlas. Tampoco debemos caer en el error de pensar que una determinada técnica con la cual hemos tenido éxito una vez, va a resultar apropiada para todos los problemas y situaciones. Por tanto, cuando diseñemos la intervención debemos descubrir cuáles son las medidas, tanto educativas como ambientales, que incidan sobre las conductas de las personas concretas a las que nos queremos dirigir.  

IV Ejecución de la intervención
Nuestra intervención puede estar muy bien diseñada pero de nada sirve si a la hora de ponerla en marcha no es utilizada o aceptada por las personas u organizaciones a las que va dirigida. Diversas investigaciones demuestran que de todos los materiales de EpS que son enviados a las Instituciones educativas, sólo entre un 5 y 10% son utilizados por los profesores. Es importante, por tanto, la participación de las personas que van a recibir el programa  durante la fase del diseño, para que exista una adecuación de los métodos a sus valores, para que sientan que existe una ventaja relativa para ellos si adoptan las medidas incluidas en el programa, etc.  

V Evaluación de la intervención
Por último, la evaluación deberá analizar los pasos precedentes preguntándose y midiendo adecuadamente si la intervención ha sido ejecutada y recibida por el grupo diana tal y como se había planificado, respetando fielmente su diseño; si hemos conseguido influir en los determinantes de la conducta, de tal manera que ésta, se haya modificado; y, por último, si el problema de salud es menos prevalente. De todas formas, hay que tener en cuenta que las mejoras en el problema de salud no se aprecian a corto plazo, pero sí es importante demostrar que ha habido cambios en las conductas.


Función de la enfermera en la Educación para la Salud
Pueden consultar la siguiente información.




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